30.5.07

Pus

Debí haber sabido jugar para pedir entrar. Pude ver que movía fichas con mi accionar, y si no me interesaba ganar tampoco debía contar con perder. Esta costumbre de pasar con poco, me hace ir por más. Siempre. Es así: yo no necesito (mucha plata, o carteras, ropa de marca, perfumes caros, nada sofisticado siquiera llama mi atención)… pero está bueno hacerle ver a los demás su superficialidad. Verán: yo no soy nada sin algo con lo que contrastar. Desde que tengo memoria hago uso de razón. Y si bien me interesa tenerla, a veces cedo algo xa quedarme con la mía: algo q siempre estuvo ahí, reservado xa mí. Debo ir contra la corriente. Siento la imperiosa necesidad de ser totalmente independiente a la mirada de afuera, de que no me modifique en nada un halago, y que no me enerve un comentario malintencionado. Fijate donde está la revancha: ser indiferente en estos aspectos, me distingue del resto… De ese resto que es diferente a mí, o sea que justifican mi reacción. Funciona siempre: si me hablás bien no me envanezco, xq soy una chica sencilla. Si me hablás mal tampoco esperes respuesta (al menos directa, brutal y refleja). Aún cuando la gente sea falsa: entiéndanlo ¡no me importan los de afuera! Es así de simple. O quizás sí, xo no dejo q me afecte. Y bueno, en algún punto se junta lo q me hace mal y duele, pero al fin sale. Debía haberme quedado afuera. Xq ahora me importa tanto q no lo puedo dejar atrás.

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