25.2.07

Rudo

Mi relación con Papá fue desde que tengo memoria (y salvo períodos donde la distancia parecía inevitable) siempre de admiración. Y ahora no es distinto. Además, mutua y por eso exponencial admiración, más diría idolatría de mamá y papá juntos ya, hacia mí. En mis 15 había un Pulpo de 15 ‘brazos’ y en cada uno, un portarretratos con alguna versión de Mí, según pasaron (hasta 15) los años. Esa colección vino a aadornar un mueble de ubicación estratégica en el comedor, así que yo siempre cuento que me rinden una especie de culto. Ocuto, eh, así que no digas nada… shh! Bueno, volviendo a papá, este hombrecito tan particular. Tan digno de imitar y tan payaso burdo imitador en ocasiones. Ja. Mi Papá es como que no puedo explicarlo. Es MIO. Yo soy única hija mujer, después de 3 hnos. varones. Ahora se entiende, no? Y él como que todo lo contrario, en su historia personal, a la mía… Nació en Mendoza de J&J (jaja). A los 17 vino con su papá (él era el primer hijo, dsp vendrían 4 mujeres, y el benjamín, otra J, que nació acá y ahora va por su tercer bebé); empezó a trabajar de chico, ayudándolo al abuelo, y a su propio abuelo… Papá es para mí, mezcla de ternura y firmeza, cabeza dura y corazón blando. Es toda la añoranza y el desarraigo, más la palabra justa y el empeño en los hechos; su pasión es mi inspiración. Su sonrisa mi generosa retribución.

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