30.1.09

SmCent

Hoy empiezan los corsos en mi ciudad.
Mi Ciudad es especial; es como que un año de parsimonia es necesario esperar para vivir cada febrero seis noches de carnaval.
A los seis años bailé en un grupo (de rumbera); a los siete fui reinita de mi comparsa y gané algo así como reina del carnaval, y la nena de la competencia ganó reina de los corsos, como que parecen lo mismo pero uno de los dos premios supera al otro. No me acuerdo cuál es.
Me acuerdo esperar el "veredicto" con un pomo de nieve en la mano y mi hermano F, que también estaba en un grupo de payaso, en la otra.
Me acuerdo la rivalidad, podías conocer a alguien pero defendías a muerte tu comparsa si hablaba mal de ella...
Después dejé de bailar porque salíamos de vacaciones "y no vas a poder ir a los ensayos, quién te borda el traje", etc, etc. Ya ese año que fui reina y F me escoltaba, volvimos de Brasil y ensayamos mi único bailecito que cerraba el desfile y chau.
Por eso la promesa de "el año que viene, bailo". Por eso no quiero ningún carrocín ni nada que se le parezca: quiero BAILAR.
Las vacaciones (el estado en que vuelvo de las vacaciones), el hecho de tener que empezar tres meses antes de fin de año a movilizarse (cuando corremos hasta el último día de juzgado)... me lo impiden todavía...
PERO EN LO QUE NO FALLO ES EN ESTAR EN PRIMERA FILA, SALTAR EN LA TRIBUNA COMO LOCA Y CANTARME TODOS LOS TEMAS MIENTRAS PASA MI COMPARSA.

Este año es el centenario de mi Ciudad, esa que es tan especial porque vive en un aletargado sueño.

Justo vine a nacer acá, y volví para quedarme. Justo yo, que me encanta dormir la siesta.

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