16.2.07

Cinta

Aparece detrás de la esquina de mis intuiciones hechas cristal, traslúcida e incorpórea, la imagen desvanecida del hada mágica que juntó los pases que movieron los hilos de mi corazón hacia tus manos. La proyección de luces caprichosas inicia en un punto xq en algún momento tiene que empezar; elige el primer acelerón del pulso de aquella primera charla. Y la mente llega un poco más atrás, excitadas sus neuronas cuando descubrieron que no juzgaron mal, en primer lugar; aquel día el cortocircuito fue generalizado: fuiste más –mucho más– de lo que había esperado. Siguiendo el carretel, las veces de quedarme con ganas de más, y las otras de sacármelas, todas juntas, pero algo seguro: el permanente interés, y la sed con todas las letras de apagarlo… no me daba cuenta que sólo lograba avivarlo. Y al final de la cinta, tantas líneas, incontables, de agradecimiento, de eterna despedida (por el saludo incluido en cada ida y vuelta). Y entonces el oscuro total. A modo de incógnita. Nunca un Tel Aviv yo… a lo que voy, quedó guardado. Que te borres ya es cosa tuya.

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