13.6.07

Ahhh

La Vuelta Al Hogar > Olegario Víctor Andrade

Todo está como era entonces:
La casa, la calle, el río,
Los árboles con sus hojas
Y las ramas con sus nidos.
Todo está, nada ha cambiado,

El horizonte es el mismo;
Lo que dicen esas brisas
Ya, otras veces, me lo han dicho.
Ondas, aves y murmullos

Son mis viejos conocidos,
Confidentes del secreto
De mis primeros suspiros.
Bajo aquel sauce que moja

Su cabellera en el río,
Largas horas he pasado
A solas con mis delirios.
Las hojas de esas achiras

Eran el tosco abanico,
Que refrescaba mi frente
Y humedecía mis rizos.
Un viejo tronco de ceibo

Me daba sombra y abrigo
Un ceibo que desgajaron
Los huracanes de estío.
Piadosa una enredadera

De perfumados racimos
Lo adornaba con sus flores
De pétalos amarillos.
El ceibo estaba orgulloso

Con su brillante atavío,
Era un collar de topacios
Ceñido al cuello de un indio.
Todos, aquí, me confiaban

Sus penas y sus delirios:
Con sus suspiros las hojas
Con sus murmullos el río.
¡Qué triste estaba la tarde

La última que nos vimos!
Tan solo cantaba un ave
En el ramaje florido.
Era un zorzal que entonaba

Sus más dulcísimos himnos,
¡Pobre zorzal que venía
A despedir a un amigo!
Era el cantor de las selvas,

La imagen de mi destino,
Viajero de los espacios,
Siempre amante y fugitivo.
¡Adiós! parecían decirme

Sus melancólicos trinos;
¡Adiós, hermano en los sueños,
Adiós, inocente niño!
Yo estaba triste, muy triste,

El cielo oscuro y sombrío;
Los juncos y las achiras
Se quejaban al oírlo.
Han pasado muchos años

Desde aquel día tristísimo;
Muchos sauces han tronchado
Los huracanes bravíos.
Hoy vuelve el niño, hecho hombre,

No ya contento y tranquilo,
Con arrugas en la frente
Y el cabello emblanquecido.
Aquella alma limpia y pura

Como un raudal cristalino
Es una tumba que tiene
La lobreguez del abismo.
Aquel corazón tan noble,

Tan ardoroso y altivo
Que hallaba el mundo pequeño
A sus gigantes designios;
Es hoy un hueco poblado

De sombras que no hacen ruido
Sombras de sueños dispersos,
Como neblina de estío.
¡Ah! Todo está como entonces,

Los sauces, el cielo, el río,
Las olas, hojas de plata
Del árbol del infinito;
Sólo el niño se ha vuelto hombre,

¡Y el hombre tanto ha sufrido
Que apenas trae en el alma,
La soledad del vacío!
Obtenido de WikiSource

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