Eros
Qué decir de esa indescriptible sensación, en el preciso instante de aquella mirada cómplice, cuando te sonríes y todo cierra, cuando detrás de un código de a dos está todo ese murmullo, que ya desaparece, perdiéndose hacia algún recóndito lugar que guarda las inhibiciones... en el preciso instante que un brillo en tus ojos enciende el fuego que creía apagado dentro mío, y todo parece lógico, y sólo falta que sigas mis manos que guían un camino cada vez más atrevido, pero nada sucede, porque fue una confusión mía, o recíproca; entonces entiendo, en el juego del amor está todo permitido: aún aquel laberíntico pasaje de los deseos hacia su exterminio: la razón.
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