Como cuando llegó a casa la señora de los productos, desesperada, a preguntar si acá no habíamos anotado un nombre y/o apellido bastante extraño -del cual perdí registro- en su catálogo de ventas.
(No, no... -La señora se va. -María, fuiste vos? -sí, mami -muejeje, por dentro).
Como cuando fui la única en tercer grado que hizo mal un examen y de bronca le corregí a la maestra el apuntecito que tenía en lápiz, para que me aprobara, y fui la única que salió bien y el resto no...
(No me acuerdo, lamentablemente, el final de esta pequeña historia... Seguramente habrá influido en la bronca que me agarró esa profe, mamá de G, otro compañerito al que unos años después le dije en broma que tenía que poner $5 para armar el proyecto de ciencias y le contó a la mamá que me lo sacó en cara frente a todo el curso...)
Como cuando robé, mentí, estafé (pero devolví, pedí perdón y me desdije)...
A veces me pregunto dónde dejé a la terrible que era, incorregible me parecía a mí con la visión que podía tener frente a sucesos como éstos, que me ocurrieron (o mejor, que generé yo misma) hasta la edad de 12 años, como mucho, chee...
A veces me preguntó de dónde ahora soy tan buena, correcta, incondicional, infranqueable, desinteresada, ávida...
Pero la llegada de MiBb V a este mundo equilibró las cosas en su lugar.
Hace poco vi Benjamin Button. Antes Milk. Cómo se puede llorar tanto en el último minuto de la cinta.
La vida, señores, es lo que hacemos de ella.
YO tengo que ser un ejemplo para mi sobrina. Y qué mejor que serlo, sin ningún esfuerzo.
9.3.09
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