Cuesta
Tomar distancia.
Sobre todo si es tan intangible.
Este blog, por ejemplo.
Y más aún si por dentro sentís que antes que alejar, es de esas que unen.
Mi vida en los últimos 10 años se vio acelerada, y siempre lo manejé dentro de mis posibilidades y zafé, finalmente, porque yo soy la mejor jueza para decirlo.
Siempre desbordada, siempre superada.
Y ahora sufro las consecuencias. Como que de un tiempo acá, todo me cuesta más.
Pero sin apartarme que ya es algo natural para mí.
No lo vivo como una pérdida. Sino como lo que indefectiblemente tiene que pasar.
Y en un post anterior escribía acerca de reflejarte en el otro y todo eso, porque me dí cuenta que ese fue el motor inicial para empezar a escribir.
Y también pude atesorar, en este crecimiento que me llevó tiempo de vida y me devolvió en experiencia, que nada que no cause placer puede ser mantenido por el simple hecho de que así debe ser.
No hay imperativos. Tampoco pude definitivamente cortar esta vía de desahogo jamás, ni lo voy a poder hacer.
No, al menos, por una actitud activa (valga la redundancia). Positiva, de mi parte.
Quiero decir, soy una total desorganizada, dejo que las cosas me manejen y encima después me quejo por eso.
Por lo que siempre me estoy refiriendo al destino, un poco en forma amarga porque ya lo conozco, y otro poco aceptándolo porque de otra manera, estaría frita.
Me voy a comer.
Podrá ser que después no me sienta tan vacía.
1 comentario:
Pensar que antes, tomar distancia, se reducía a estirar el brazo hasta la de adelante en la fila. Yo lo odiaba. Por suerte después quedé definitivamente primera, formando la segunda fila al lado de la más enana del curso. Que dsp fue mi mejor amiga y dsp no fue nada. Opa, ya me pasó una vez.
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